jueves, 13 de diciembre de 2007

Valencia – Entrando al invierno bajo el sol del Levante

Estuve en Valencia por un día, sólo por una entrevista para firmar unos formularios que son parte de una historia que lleva 2 años y que llevará seguramente un par de años más. Galvanizado como para resistir todo tipo de burocracias, aunque tenga que viajar por una tontería así, intento seguir el consejo del amigo Jochem que alguna vez me dijo “always look at the bright side of life”. Llegar del invierno en Bruselas a 4º, bajo un manto de nubes, con esa lluvia constante y tan característica al invierno valenciano, con mínimas de 4 o 5 y máximas de 13 o 14 pero bajo un cielo azul y a la luz del sol es una maravilla. Se agradece cada vez, aunque sólo se trate de una tarde y una mañana como en este caso. Si hasta te dan ganas de sentarte en una terraza a tomar café.
Es que te acostumbras a todo o más bien a casi todo y en mi caso digo que me he abelgizado, me he ido acostumbrando a ese clima, a esa capa de nubes permanente, a esa llovizna. Si hasta digo que hace buen tiempo cuando no llueve y entre las nubes amenazantes se pueden ver apenas unos pedazos de cielo.
Lo mejor de Valencia fue el reencuentro en una cena de amigos que preparó S. Éramos 4 y fuimos 5 y la pasamos muy muy bien comiendo y bebiendo. S tiene espíritu de madraza, con esa angustia compulsiva que le hace pensar que ninguna comida será suficiente, con lo que la abundancia fue sobrecogedora.
No mucho más, ya estoy volando de regreso a Bruselas y aprovecho los tiempos de vuelo para leer y escribir un poco.

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