El vuelo llegó retrasado y el coche que esperaba me trajo directamente a lo que es mi casa aquí, en el barrio de Palermo.
El viaje era un lienzo en blanco, lavado, resplandeciente en la noche donde se iba redibujando la ciudad: edificios, autopistas, todo lo que alguna vez me fue cotidiano.
Una sensación de brote, de reverdecimiento de la conciencia urbana.

1 comentario:
cuantas emociones juntas..volver a tocar,ver y sentir los olores de nuestra infancia,nuestra adolescencia y juventud..estar ahi donde siempre..y al mismo tiempo ser un extraño..
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