domingo, 3 de diciembre de 2006

Árabes y biberones en vuelos tempranos

Estoy volando hacia Madrid en uno de esos vuelos que salen al amanecer. Como siempre sucede, la tensión o la ansiedad hacen que duermas poco la noche anterior y eso te predispone a tener pesadillas diurnas, alucinaciones alimentadas por la realidad.
He estado pensando estos días, a partir del envenenamiento del espía ruso con un isótopo radiactivo, que pronto revisarán también el nivel de radiaciones en los controles de seguridad de los aeropuertos.
Al principio fueron gérmenes, bacterias e insectos que hacían necesario desinfectar los aviones, o caminar con nuestros zapatos sobre espuma. Después de 11-S fueron algunos elementos de aseo: las punzantes, tijeras, cortaúñas, etc. A bordo se impusieron los cubiertos de plástico.
Este año, a partir de los incidentes de Londres, ya no podremos viajar con líquidos o cremas. Ya no es posible beber tu propia agua.
Regresando de Chipre fue divertido ver a los guardias de seguridad en el aeropuerto de Ámsterdam interrogando a un compatriota que volvía de sus vacaciones en México con tres botellitas de chili, que seguramente serán explosivas para el aparato digestivo, pero poco pueden hacer a un avión.

Todas estas cosas van alimentando un miedo oscuro. Es un temor que nos va entrando a partir de lo cotidiano, como el de esta mañana, cuando me di cuenta que de los 20 pasajeros que subimos a este 737, 8 eran árabes, con sus pasaportes verdes. Dos mujeres solas llevaban niños y biberones. ¿Como evitar el escalofrío?
¿Que hacer cuando quieres usar el lavabo y esperas por 20 minutos y sigue ocupado? Y comienzas a pensar en llamar a alguien de la tripulación para que vea que es lo que pasa, y el lavabo sigue ocupado y finalmente resulta que no hay nadie dentro y que en un avión antiguo puede suceder que el cartel de la puerta no funcione debidamente.

1 comentario:

Ma_klu dijo...

jajaja...nos contagiamos la paranoia,a mi hasta el rimmel me hicieron sacar del bolso de mano y ponerlo en una bolsita..